Miedo a la cercanía.
Este miedo está ampliamente representando en nuestra sociedad. Las personas, hoy en día, prefieren ser espectadores más que participantes; la cercanía les produce angustia, razón por la cual controlan o manipulan con cuidado sus zonas de proximidad e intimidad emocional y la profundidad de sus afectos.
¡Tremenda paradoja la que vivimos en la actualidad!, anhelamos tanto entrar en contacto con el otro, pero nos quedamos paralizados tan sólo de pensarlo y ni qué decir de actuar.
Cabe señalar que no existen los espectadores, pues todos somos participantes de esta vida voluntaria o involuntariamente. Es a través de nuestros pensamientos, patrones de comportamiento, sentimientos y forma de hablar con los demás que participamos en la creación de nuestra realidad, de nuestra cercanía o distancia con el otro.
Pues bien, en muchas parejas, uno de los dos añora la cercanía e intenta acercarse al otro, mientras que el otro – que tiene miedo a la cercanía – siempre la evita. La elección de una persona así, que no tiene la voluntad de embarcarse en ese viaje, viene del propio miedo oculto de iniciarlo y de vivir la cercanía. Sin embargo, detrás de ese miedo está la esperanza de superarlo en una relación con una pareja que añore dicha cercanía o que esté más cómoda con ella.
Conscientemente queremos formar una pareja, pero después, la historia, el pasado y el destino de otras personas parecen “alcanzarnos” y no logramos convertir ese anhelo en una realidad para nosotros, con independencia de nuestra belleza, sensibilidad e inteligencia.
Y es aquí donde entra en juego otro miedo inconsciente, pero real, el miedo a mostrarse abierta y totalmente al otro. Las personas no quieren revelar esa parte que los hace vulnerables, no quieren mostrar su alma a otra alma. Sienten miedo ante la gran posibilidad de embarcarse en un viaje lleno de aventuras con alguien que sea capaz de leer y ver su verdadero ser. Tienen miedo de salir de las cuatro paredes de su estado, paredes que las mantienen separadas y a “salvo” de los demás. Temen mostrarse en su totalidad, con sus partes buenas y malas.
¡Si tan sólo supieran que eso es lo divertido de este intercambio de aprendizaje mutuo, de reconocimiento!.
Muchas veces las expectativas inconscientes contradicen a las expectativas conscientes. Un ejemplo claro es la siguiente situación: Primer pensamiento “Quiero cercanía” de pronto algo dentro de ti se activa y te hace pensar… “Tengo miedo de que la cercanía me desaparezca ante ti”, lo que acaba por conducir a una nueva postura: “No te acerques”.
A continuación un sencillo ejercicio para identificar las evidencias de este miedo en tu vida…
Add Comment